rock y todo lo demás

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jueves, 30 de diciembre de 2010

Beach House - Teen Dream


Otro año toca a su fin y, echando la vista atrás a los discos que más han destacado en este extraño 2010, no podemos dejar de mencionar el tercer trabajo de Beach House, primero para el sello Subpop. Grabado en una iglesia en Brooklyn tras un largo proceso de creación y composición, “Teen Dream” ha supuesto un importante salto de calidad para el dúo de Baltimore.

Desde sus primeros acordes Beach House nos presenta una obra deliciosa, cálida y profundamente emotiva. Es también más orgánica y menos electrónica que sus predecesoras, lo que se traduce en una mayor cercanía y temperatura en sus temas, en los que baterías y guitarras cobran un protagonismo significativo. Las composiciones son sutiles, sencillas –que no necesariamente inmediatas–, pero son el trabajo de producción de Chris Coady, vibrante e hipnótico, y muy especialmente la voz de Victoria Legrand quienes dotan de una personalidad única a una propuesta de pop de claroscuros, intenso, dulce, doliente y luminoso a la vez, y siempre mágico.


“Zebra” es una pequeña joya que anticipa lo que nos encontraremos después: la voluptuosidad de Silver Soul, la introspección de "Lover Of Mine" y
“10 Mile Stereo" o las atmósferas cargadas de “Used to Be”. Y todas confluyen en una armonía estilística que se convierte en una de las grandes virtudes del disco. Como contrapunto, temas como "Better Times" o "Real Love" puedan acabar aburriendo por predecibles.

Pero "Teen Dream" guarda una de sus mejores balas para el final, de la mano de la espléndida “Take Care” en la que, casi como en una canción de cuna, Legrand se despide cantando “I’ll take care of you, take care of you, it’s true” en un coda sobrecogedor. Un final ideal para un disco sólido, notable a pesar de sus altibajos.


Con su tercera referencia Beach House maduran, se hacen más humanos en su instrumentación y consiguen aunar sencillez y emotividad. Y lo hacen navegando a contracorriente en las procelosas aguas de la industria. Llegarán a buen puerto.

martes, 30 de noviembre de 2010

Ash - A-Z Series


Cada disco de Ash es el equivalente musical a un partido del Atlético de Madrid: nunca sabes lo que te vas a encontrar. A medio camino entre lo sublime y el bostezo, la carrera de los norirlandeses ha sido un camino repleto de altibajos desde que rozaran el cielo a mediados de los 90 con "1977", su LP de debut, un bombazo de guitarrazos powerpoperos que les convirtió en estrellas cuando apenas tenían 17 años. Desde entonces han intercalado discos notables ("Free All Angels") con extraños patinazos como el irregular "Nu-Clear Sounds "o el pseudo-metalero "Meltdown". En 2007, tras la fría acogida de "Twilight Of The Innocents", Ash prometió nunca más grabar un LP. Después de todo, siempre han sido una banda de singles que, en formato larga duración, perdía fuelle.

Con esta premisa, ya en 2009 se adentran en su última locura: la "A-Z Series": un total de 26 singles que, recorriendo el abecedario al completo, serían editados cada dos semanas durante todo un año. La gira A-Z fue programada al mismo tiempo, visitando otras tantas ciudades por orden alfabético. Una idea bizarra pero original con la que intentaban aportar su pequeño granito de arena para insuflar aire a la apática industria discográfica.

26 singles después, Tim Wheeler y compañía han recopilado su aventura (con algunas caras b adicionales, por si se fueran a quedar cortos) en un par de cd's en los que queda patente que la innovación se queda más en la forma que en el fondo, ya que en lo musical hay pocas sorpresas: composiciones con corazón pop revestidas de guitarras intensas, base rítmica hipersólida y algún que otro guiño electrónico.

Como eran de esperar, entre semejante barullo de canciones nos encontramos de todo, pero, inevitablemente, sobran temas. Enganchan con la jovial "True Love 1980", la divertida "Physical World", la original "Spheres" o la inocente "Summer Snow", aburren con baladones sin cuerpo como "Song Of Your Desire" o "War With Me", convencen con la intensidad de "Dionysian Urge" (que recuerda por momentos a la pequeña maravilla que es "A Life Less Ordinary") y hacen cumbre con dos hits marca de la casa: "Space Shot" y la excelente y pegajosa "Arcadia".

Con sus glorias y sus miserias, esta "A-Z Series" resulta curiosamente representativa de la dualidad que ha marcado la carrera de Ash: una majestuosa capacidad para escribir himnos de manual y una peligrosa tendencia a distraerse y divagar sin rumbo en busca del hit. Pocas bandas son capaces de dar en la diana tantas veces, y con temazos en la mochila como "Girl From Mars", "I'd Give You Anything", "There's A Star", "Shining Light" o "Polaris", sólo cabe pedirles que intenten ser un poco más selectivos con la munición.

domingo, 31 de octubre de 2010

Manic Street Preachers - Postcards From A Young Man


Las bandas británicas de los 90 están en un marcado proceso de extinción: Oasis se separan, Pulp son historia lejana, Suede hace tiempo que pasaron a mejor vida... y entre los supervivientes, Radiohead deshoja la margarita decidiendo si cobra o no por sus cada vez más infrecuentes discos de estudio. Entre toda esta desolación, los Manic Street Preachers siguen en la brecha, regalándonos con este "Postcards From A Young Man" su tercer disco en cuatro años y el décimo en una carrera que entra ya en su tercera década.

Está claro que los Manics son una banda única, especial. Su retorcida historia, la sombra de Richey James Edwards, sus textos, los bandazos, su compromiso musical, sus contradicciones... una rara avis en toda regla. Sólo así puede entenderse el viraje que supuso el arriesgado y polvoriento “Journal For Plague Lovers” tras el plácido reencuentro con el éxito del también fantástico “Send Away The Tigers” allá por 2007. Y después de ir y de volver, tras enseñarnos las dos caras de la moneda Manic, ¿qué cabe esperar? La respuesta nos la da el gran Nicky Wire: “a last shot at mass communication”, un último intento (por ahora) de llegar al público masivo. Con esa premisa, “Postcards From A Young Man” se presenta como un disco ambicioso y superproducido que recuerda a los Manics de “Everything Must Go” o "This Is My Truth Tell Me Yours", con canciones trufadas de melodías excelsas, grandilocuencia y excesos orquestales con vocación mainstream. Una joya en potencia.


“It’s Not War (Just The End Of Love)”, su primer single, es también el tema encargado de abrir el disco. Intenso y efectivo, seguramente sea su corte más inmediato y, de alguna manera, predecible. El segundo y tercer corte, “Postcards From A Young Man” y “Some Kind Of Nothingness” rozan lo sublime, y se encargan de presentar la cara más emotiva y meláncólica de la bandas, abriendo una nueva vía en su temática: el paso del tiempo. Con la voz invitada de Ian McCulloch de Echo & The Bunnymen en este último tema, la canción lo tiene todo para convertirse en un clásico instantáneo para los fans.


Poco después nos topamos con “Hazelton Avenue”, una pequeña maravilla con riff a la "Motorcycle Emptiness" y una rítmica que casi recuerda al "It Ain't Over 'Til It's Over" de Lenny Kravitz. Como la genial "I Think I Found It", deliciosamente mainstream.


La segunda parte del disco incluye algunas de las piezas más potentes y guitarreras: "Auto-Intoxication" y "Don't Be Evil" son lo más cercano al "Journal" por su crudeza e inmediatez, mientras que en "A Billion Balconies Under The Sun", con Duff McKagan como invitado a las cuatro cuerdas, James Dean Bradfield vuelve a hacer el enésimo alarde de sus sobresalientes condiciones como guitarrista. Soberbio en su forma de entender las canciones y de ajustar su impecable técnica a las necesidades de cada tema, algo que vuelve a quedar patente en la sensacional
"All We Make Is Entertainment", bellísimo corte en el que se combina la rabia eléctrica desbocada con unas líneas de voz y unos textos memorables. Seguramente el mejor momento del disco.

A pesar de algún que otro patinazo, como “The Descent (Pages 1&2)” -probablemente su tema más flojo y desganado- o la algo insulsa "The Future Has Been Here 4ever", este "Postcards From A Young Man" es una obra madura, sólida y fascinante que, siendo descaradamente comercial, mantiene la vitalidad y el nervio de los mejores momentos de los Manics y que vuelve a dejarnos un puñado de canciones para el recuerdo. Un disco que reconfirma a los galeses como una de las mejores bandas (si no la mejor) que ha salido de las Islas Británicas en las últimas décadas.


¿Cuál será su próximo volantazo? Lo esperaremos con muchas, muchas ganas.


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Arcade Fire - The Suburbs



"The Suburbs" es el tercer disco de los canadienses Arcade Fire, sin duda una de las bandas más destacadas de la pasada década gracias a dos obras geniales como fueron "Funeral" y "Neon Bible".

Con este "The Suburbs" los de Win Butler abundan en sus filias y fobias: la juventud que queda atrás, el inefable paso del tiempo y las contradicciones de la vida pseudo-idílica de los suburbios, donde reside la gran mayoría de la clase media y alta norteamericana.

Abandonando en parte el oscurismo de su segunda pieza, el disco conserva el pesimismo existencial de sus obras previas, profundizando en la melancólica búsqueda de la épica, aunque con resultados más irregulares que en aquéllas. Y es que el problema de este "The Suburbs", además de unas expectativas por las nubes, no son ni sus redundantes letras ni sus pretenciosos mensajes ("if the businessmen drink my blood / like the kids in artschool said they would / then I guess I'll just begin again" canta, apesadumbrado de su éxito, Butler en "Ready to Start"). Lo más preocupante es la alarmante mediocridad de muchos de los cortes del álbum, que además se alarga hasta las 16 canciones. "The Suburbs", "Modern Man" o "Rococo" pasan el examen con aprobado, "Modern Man" se salva por los pelos; "Month of May" aporta más bien poco, y cortes como "Empty Room", "Half LIght I", "Wasted Hours" o "Deep Blue" suenan pasados y repetitivos, como descartes de dos obras superiores a las que este disco sólo puede mirar desde lejos.

No todo son malas noticias: con "City With No Children In It", "Suburban War" o los pantanosos paisajes de "We Used To Wait" Arcade Fire reverdecen laureles y nos recuerdan a la banda original, atrevida y extremadamente talentosa que empezó a despuntar allá por 2004.

Ahora ya han dado el salto: no sólo son el ojo derecho de la crítica independiente, sino que tocan en grandes arenas y lucen porte en portadas de todo el mundo... pero la sensación que dejan en el oyente es que las loas y alabanzas que han venido recibiendo en los últimos años han agrandado el ego y el ombliguismo de una banda que se divierte demasiado mirándose al espejo y que se ha olvidado del ingrediente más importante de un gran disco: las canciones.

"All the kids have always known, that the Emperor wears no clothes / but they bow down to him anyway (...)", cantan en "Ready to Start". Con este "The Suburbs" algunos empezamos a ver a Arcade Fire algo más ligeros de ropa.

sábado, 28 de agosto de 2010

Band of Horses - Infinite Arms



Band of Horses es una de las últimas y más valiosas exportaciones del rock americano de raíz de los últimos años. Los de Seattle, que comparten ciudad y titulares con los también barbudos Fleet Foxes, nos presentan ahora “Infinite Arms”, su tercer trabajo oficial con Subpop. Si su anterior referencia, "Cease to Begin", les abría un hueco en el universo rock, este nuevo álbum está suponiendo un espaldarazo definitivo que les consagra como una banda de primera división, permitiéndoles además pasearse por los escenarios de medio mundo y parte de la otra mitad.

“Infinite Arms” es un digno ejercicio de rock y folk rock contenido y atemporal que bebe del rock clásico americano de la escuela de The Band, se cruza con efluvios de Costa Oeste sesentera y mira al presente vía My Morning Jacket (algo especialmente evidente en el primer corte del disco, la atmosférica “Factory”), los mencionados Fleet Foxes o los escoceses Teenage Fanclub (con “Laredo” o la guitarrera “NW Apt.”).

Pero las verdaderas joyas de este “Infinite Arms” se esconden entre sus temas más pausados: Estremecen con la fantástica “On My Way Back Home”, una suerte de readaptación del “Sloop John B” de los Beach Boys; emocionan con el corte que da título al disco, remitiéndonos a los CSN&Y más tranquilos, y acaban de dar en la diana con la preciosa “Older”, un trabajo de melodía y armonía vocal ejecutado con un gusto exquisito.

No es oro todo lo que reluce, y temas como “Compliments”, “Dilly”, o la insípida “For Annabelle” bajan el listón de un trabajo notable, pero cuyos altibajos hacen que la obra suene un tanto deslavazada en su conjunto. No cabe duda de que hay talento y capacidad compositiva de sobra, como demuestra el “Neighbor” que cierra el disco, pero nos quedamos con ganas de más. Con estos mimbres, tenemos todas papeletas para esperar mucho de ellos en el futuro próximo.

sábado, 31 de julio de 2010

The National - High Violet


Han pasado ya tres años desde que The National publicase "The Boxer", el delicioso álbum que cosechó alabanzas unánimes de la prensa especializada y que les llevó a una fama casi masiva. En 2010 vuelven con el reto de superar ese altísimo listón con "High Violet", su quinto trabajo de estudio.

Las líneas maestras de esta nueva referencia no se alejan demasiado de los parámetros marcados por sus obras anteriores: intensidad, plasticidad, belleza formal, una base rítmica de kilates, una producción cuidadísima y la voz barítona y susurrante de Matt Berninger como guinda del pastel.

Abre el disco "Terrible Love", dulce y coreable, pero no al nivel del "Fake Empire" de "The Boxer". Pronto vuelven las aguas a su cauce con "Sorrow" y "Anyone's Ghost" con tempos pausados, cuerdas y atmósferas sugerentes marca de la casa. Con "Bloodbuzz Ohio" nos asomamos a uno de los momentos álgidos del disco, con un trabajo rítmico espectacular y un estribillo a la altura de sus mejores composiciones.

Aunque el nivel medio de la obra baja con la sosa "Lemonworld", con un aire indolente y repetitivo que puede ser el talón de Aquiles de la banda, "High Violet" vuelve a tomar aire con los dos temazos que dan cierre al disco: la preciosa "England" y la sutil "Vanderlyle Crybaby Geeks", seguramente sus cortes más melódicos y redondos.


A pesar de que The National puede adolecer de una variedad de registros lo suficientemente amplia como para expandir su sonido en el futuro, lo cierto es que los de Brooklyn juegan con maestría sus cartas y exprimen sus habilidades al máximo. El resultado, composiciones intimistas y emocionantes a las que pocas bandas pueden acercarse. Prueba superada con nota.

miércoles, 30 de junio de 2010

Stone Temple Pilots - 02 Brixton Academy, Londres, 16 de Junio '10


Stone Temple Pilots no se prodigan mucho por Europa, así que cada visita de los californianos se convierte en una cita obligada para sus fans, más si cabe si recordamos que hacía casi una década que no se acercaban por el viejo continente.

En esta ocasión lo hacían con disco nuevo bajo el brazo, el flamante y homónimo "Stone Temple Pilots", que ha debutado en el nº2 de las listas Billboard y que les está permitiendo reverdecer un estatus del que no disfrutaban desde mediados de los noventa.

Como casi siempre, España no estaba en su itinerario de viaje, aunque la gira sí pasaba por gran parte de Centro Europa, Italia, Francia y Reino Unido, con una parada muy especial en una de las mejores salas de conciertos que uno pueda imaginar: el Brixton Academy de Londres.

Apenas una hora y veinte minutos duró un show que, aunque corto, fue suficiente para que los Pilots desgranasen muchos de los hits que nos han regalado desde que debutaran con "Core" allá por 1992. Rompieron las hostilidades con "Vasoline", uno de sus éxitos por antonomasia, redondeando un sonido poderoso, contundente, arrollador. Scott Weiland derrochaba personalidad como el gran frontman que es, escudado por el omnipresente bajo de Mr. Robert DeLeo (el corazón y alma de la banda) y la elegancia de su hermano Dean a las 6 cuerdas. Siguieron con "Crackerman", y "Wicked Garden", poniendo el acento en la primera etapa de su discografía y sonando como una apisonadora en el intento.

Debutaron entonces algunos de los mejores temas de su nuevo y homónino trabajo. Clavaron "Between The Lines" y se gustaron en "Hickory Dichotomy", justo antes de bajar el pistón con algunos de sus cortes más lentos: "Big Empty", "Sour Girl" y una vacilante "Creep" sonaron encadenadas en un pequeño receso que pudo hacerse excesivamente largo.

La inevitable "Plush" supuso uno de los momentos álgidos de la noche, abriendo paso a una segunda parte de concierto en la que sonaron clásicos como "Interstate Love Song", "Tumble In The Rough" o "Sex Type Thing", con la que se despedían temporalmente. STP demostraba ser una banda curtida, sólida, sobrada de oficio. El empaste entre las líneas de bajo y guitarras es impecable y Weiland sigue presumiendo de una gran forma vocal, aunque se le nota por momentos algo ajeno al resto del grupo. Así es el frágil equilibrio (¿y tal vez la magia?) de los Stone Temple Pilots.

Más cómodos en los cortes guitarreros que en los medios tiempos, nos regalaron un bis que abrió la sorprendente "Dead And Bloated", que sonó rocosa, marcial, a pesar de algún que otro patinazo rítmico, antes de cerrar definitivamente el show con "Trippin' On A Hole In A Paper Heart", con la que ponían punto final a un bolo breve, reconciliador y más que notable. Se echó de menos algún corte más de sus últimas referencias: sólo un tema sonó de su "Nº4", ninguno de "Shangri-La Dee Da". También extrañamos "Big Bang Baby".

Los Pilots vuelven ahora a los EEUU, donde siguen llenando anfiteatros, y consolidándose como una de las bandas de rock más importantes de los últimos 20 años. Sólo nos queda esperar que se acuerden de España en su próxima visita.

domingo, 13 de junio de 2010

Lady Gaga - Telephone (vídeo)


http://www.youtube.com/watch?v=EVBsypHzF3U


En los últimos años el videoclip musical ha sufrido un abandono notable. La bajada en ventas de discos y las descargas ilegales han propiciado un importante recorte de presupuestos para el formato, dejando a las discográficas sensiblemente cortas de recursos que dedicar al medio. Para más inri, canales históricos de “vídeos” han virado a la “reality tv”, dejando de lado unos videoclips, que, abandonados a su suerte, son tratados como obras menores y sólo emitidos en horas intempestivas. Una pena.

En este contexto, se antojaba cada vez más difícil poder volver a crear expectación con un vídeo musical como en su día hicieran Michael Jackson, Madonna o incluso grandes del rock como Guns N’ Roses. Más si cabe si tenemos en cuenta el lamentable estado de lo que llamamos “pop de masas”, insípido y decadente donde los haya, en el que artistas de segunda, pseudo-rebeldes carentes de ingenio y personalidad (sí, hablamos de musicazos como Justin Timberlake, Miley Cyrus, 50 Cent o la insoportable Christina Aguilera) nos acechan con sus insípidos y vacíos beats. De España mejor no hablamos.

Y es aquí donde viene la sorpresa, de la mano de la neoyorkina Lady Gaga. No nos engañemos, su música es sosa, mediocre y casi siempre vulgar … pero al menos parece adivinarse una pizca de carácter, de personalidad, de mala leche en su propuesta. Y aunque sus canciones no están al nivel del personaje, el esfuerzo de un videoclip como el que nos ocupa merece ser reseñado.

“Telephone” se presenta como un corto de más de 9 minutos de duración que nos pasea por una peculiar cárcel de mujeres, nos lleva de viaje con la buena de Beyoncé Knowles al volante y nos sorprende con guiños a Tarantino, Thelma y Louise o el propio Michael Jackson, ofreciéndonos muchas de las cualidades casi olvidadas en el género: ingenio, originalidad, inteligencia y provocación. Gaga no sólo coescribe la canción, de lejos la mejor melodía de su catálogo (el tema había sido originalmente pensado para Britney Spears, aunque fue rechazado por la compañía de ésta), también coescribe el guión a medias con Jonas Akerlund, quien también dirige la pieza. Especialmente recomendable en su versión “explícita”, más jugosa si cabe que la “limpia”.

En una época de vacas flacas para la industria, vídeos como este clásico instantáneo que es “Telephone” demuestran que todavía quedan ideas, ingenio y talento en el universo pop. A ver si cunde el ejemplo.

sábado, 8 de mayo de 2010

The Diesel Dogs - The Golden Age


"The Golden Age" es el tercer larga duración de los madrileños The Diesel Dogs. Una obra compleja, ambiciosa, casi conceptual, que supone todo un paso hacia adelante en la carrera de la banda.

Impactante en lo musical y desbordante en sus textos, "The Golden Age" pasa por encima del punk rock de escena y se torna en rock de quilates, al tiempo que de-construye las ideologías y simbologías del Siglo XX y de paso elabora una suerte de retorcido ensayo sobre la condición humana a base de guitarrazos, distorsión y estribillos ganadores. Los Diesel Dogs conservan intacta su vocación de hit-makers del rock, pero ahora además ganan en cuerpo, en fuerza, en tensión. La presencia de Fernando Pardo a los mandos y el trabajo de todo un Gene Grimaldi en la masterización se dejan notar.

Arranca el minutaje con "The Assassination Of John Doe", violenta y apocalíptica, seguida de "Traitor", "Milgram Revolt" y "War At The Gates Of Wall Street", tres bombas de relojería que abrasan con una inmediatez y un empaque poco común por estas latitudes. Composiciones como "Sundogs" o "Hiroshima After You" abren la paleta de sonidos de la banda a nuevos grados de expresividad, desarrollando ideas esbozadas en sus anteriores trabajos ("Communist Doll", "The Getaway") y llevándolas al siguiente nivel.

Juegan a la introspección con "Declaration From The Last Days", a la ironía con "Condemned I Am", se hunden en nihilismo con la brutal "Mankind Is The Enemy" y acaban con la fantástica y emotiva "The Golden Age" poniendo un broche de oro (nunca mejor dicho) a un disco que les coloca a años luz de la mayoría de propuestas de rock nacionales.

Si George Orwell levantara la cabeza...

domingo, 11 de abril de 2010

Stone Temple Pilots - Between The Lines (single)


Vuelven Stone Temple Pilots, y lo hacen con este hipercalórico pildorazo que es "Between The Lines", adelanto del disco homónimo que la banda publicará el 25 de mayo.

En la línea de "Hollywood Bitch", "Big Bang Baby" o "Days Of The Week", este "Between The Lines" ofrece todo lo que el fan de STP busca en sus fantásticos singles: inmediatez, base rítmica palpitante, guitarrazos y, una vez más, una afinadísima aportación melódica de un Scott Weiland que vuelve a demostrar que las líneas de los hermanos DeLeo le vienen como anillo al dedo.

Sencilla y superpegadiza, "Between The Lines" es todo estribillo.


Stone Temple Pilots - Between The Lines by Atlantic Records

viernes, 12 de marzo de 2010

Paul McCartney - Good Evening New York City


Allá por agosto del '65 los Beatles aterrizaban en el Shea Stadium de Nueva York para ofrecer un histórico show para más de 55.000 personas en la casa de los NY Mets. Un evento especial en muchos sentidos, y una suerte de iniciación al mundo de las giras de estadio para artistas pop que tanto se popularizarían en las siguientes décadas.

Fue también un show catártico para la banda, tras el que muchas cosas cambiarían en su forma de ver la música. El volumen del griterío del público femenino era tal que los de Liverpool apenas podían escucharse a sí mismos durante la actuación, lo que les llevó a cuestionarse todo, incluyendo su música y su enfoque como grupo. Poco después acabarían liberándose de ciertas ataduras formales y llevando sus composiciones a lugares donde nunca antes habían estado. El resto es historia.

44 años después, Paul McCartney volvía a pisar el mismo suelo, pero esta vez rodeado del paisaje del nuevo Citi Field, la recién estrenada casa de los Mets levantada sobre los cimientos del mítico Shea. Sir Paul era esta vez el encargado de inaugurar el nuevo estadio con una serie de 3 conciertos, cuyos mejores momentos están recogidos en este “Good Evening New York City” (doble cd + jugoso DVD).

Como siempre, el resultado es más que notable. Los temas de Paul McCartney, los Wings y los Beatles se intercalan en una grabación impecable en el que algunas de las mejores joyas de la historia del pop son interpretadas con maestría por unos músicos de ensueño. La banda formada por Rusty Anderson, Brian Ray, "Wix" Wickens y Abe Laboriel Jr. a las baquetas ralla a un nivel altísimo, ejecuta cada tema a la perfección y, para qué engañarnos, suena mejor que los propios Beatles.

La primera mitad del set se nutre en su mayoría de temas de los Wings y de McCartney en solitario, entre los que cabe destacar la encendida versión de “Flaming Pie”, la enérgica “Let Me Roll It” o la siempre efectiva “Band On The Run”. Mención especial merece la fantástica “Calico Skies”, un temazo del 97 que está al nivel de las mejores composiciones de la era Lennon-McCartney.

El peso de la segunda mitad de la grabación recae sobre la obra de los Beatles: suenan "Back In The USSR", "Yesterday", "Something", "Helter Skelter", "I Got A Feeling", "Hey Jude," "Get Back"... Sí, los hemos escuchado mil veces, pero en esta grabación siguen sonando frescos y llenos de vida, atemporales. Paul ha dejado atrás los 64 hace ya unos años, pero sigue sonando en plena forma, canta como nunca y, gira tras gira, nos sigue impartiendo clases magistrales sobre cómo construir y ejecutar obras pop eternas.

John Lennon nos dejó hace ya demasiado tiempo, también echamos de menos a George Harrison, pero… 44 años después, seguimos siendo unos afortunados de tener entre nosotros a ¿lo digo? el mejor de los Beatles.

lunes, 22 de febrero de 2010

Arctic Monkeys - Humbug


Humbug es el tercer disco de los mundialmente famosos Arctic Monkeys. Un disco jugoso, rebosante de contenido, en el que Alex Turner y cía. le vuelven la cara al éxito comercial y a las listas de éxito y se centran de lleno en lo que mejor saben hacer: escribir grandes canciones.

Producido en su mayoría por Josh Homme (QOTSA, Them Crooked Vultures) y grabado en su integridad en EEUU, Humbug es un auténtico puñetazo en la mesa de los de Sheffield y supone un paso de gigante en su carrera: una obra profunda, densa, enmarañada, atmosférica, pesada a veces, pero siempre intensa. Atrás queda la furia adolescente de sus dos primeros trabajos y la inmediatez de sus previos textos: donde había revoluciones por minuto ahora hay tensión, desgarro e introspección; donde había pop de masas (sic) ahora hay un sentido del atrevimiento y de la variedad compositiva sobrecogedores.

El disco comienza con "My Propeller" y el que fuera primer single "Crying Lightning". Ambos temas comparten un tempo pesado, marcial, cargado de fuerza y de rabia contenida. Dos cortes sublimes que ponen el listón a un nivel insuperable. "Dangerous Animals" discurre por terrenos similares, con un riff pesado y reiterativo, aunque sin alcanzar la excelencia de sus predecesoras.

"Secret Door" es otra de las joyas de este "Humbug". Una línea de voz sugerente, una base rítmica hipnótica y un estribillo que recuerda incluso a los The Smiths. "Potion Approaching" y "Fire And The Thud", lentas y atmosféricas, aportan solidez al conjunto, mientras que "Cornerstone" se erige en uno de las composiciones más brillantes que han salido de las islas británicas en los últimos años. Un tema inmaculado, todo sutileza, que narra una historia deliciosa y tremendamente original, y que eleva a Alex Turner al nivel de los mejores letristas de la actualidad.

"Dance Little Liar" aporta oscuridad y dramatismo, con una nueva demostración de las habilidades del gran Matt Helders a las baquetas (pocos baterías hoy en día llegan al nivel de intensidad y originalidad de este chaval) y lo sugerente de letras como "the clean coming will hurt / and you can never get it spotless / when there's dirt in between the dirt".

Pero todavía se guardan una de las mejores balas para el final, la genial "Pretty Visitors", una suerte de transición entre lo que la banda era y lo que es: tempo rápido, trepidante, en las estrofas, ritmo pesado y sofocante en los estribillos. Cierra el disco "The Jeweller's Hands", que pone el broche de oro a una obra valiente, arriesgada y más que notable en su conjunto.

Mientras para un buen número de bandas la madurez significa sequía creativa y aburrimiento (¿alguien dijo Oasis?), a los Arctic Monkeys el paso de los años les está sentando fenomenal. El futuro está en sus manos.

viernes, 8 de enero de 2010

Them Crooked Vultures - Them Crooked Vultures


Josh Homme voz y guitarras, Dave Grohl a las baquetas y John Paul Jones al bajo. Esta es la formación titular de “Them Crooked Vultures”, una suerte de “dream team” del rock. Queens Of The Stone Age, Kyuss, Nirvana, Foo Fighters y, uff, Led Zeppelin... la cosa promete. Homme & Grohl ya colaboraron en el fantástico “Songs For The Deaf” de los QOTSA, con lo cual las perspectivas eran de lo más halagüeñas teniendo en cuenta que el añadido músculo de Jones.

Generalmente el problema en este tipo de proyectos suele ser de expectativa, dado el nivel de todos los músicos, y que rara vez el resultado acaba siendo la suma de las partes. Si la mayoría de supergrupos acaban cayendo en la deriva artística a las primeras de cambio, podemos decir que cuando menos Them Crooked Vultures salvan el primer match-ball.

Una primera escucha deja las cosas bastante claras: Josh Homme es el que pilota la nave, la construcción de los riffs es marca de la casa y las melodías de voz remiten igualmente a QOTSA. Desde el asiento de atrás, Grohl y Jones dan cuerpo (y de qué manera) a las composiciones, dotándolas del peso y el nervio necesario para que el trabajo no suene a Queens Parte II. Y es aquí posiblemente donde reside el mayor encanto de este homónimo debut, en el trabajo de desarrollo de cada tema, en los enrevesamientos rifferos a los que juegan Homme y Jones, en los cambios de ritmo y quiebros a quemarropa de Grohl, en los retazos de jam session de tres auténticos genios que dan lustre a unos temas a veces notables, otras veces por debajo de las posibilidades de los intérpretes.

Comienza el disco de forma arrolladora con trallazos como “No One Loves Me And Neither Do I”, con un desdoblamiento de riff para enmarcar, “Mind Eraser, No Chaser" y el efectivo single “New Fang”. La excelente “Dead End Friend", es más melódica, menos pétrea que sus hermanas, con alma casi pop, perfecta antesala para “Elephants”, otra de las joyas del disco, riff girado y escarceos rítmicos incluidos. Baja el nivel con "Scumbag Blues" y "Bandoliers", en los que destaca sobremanera la aportación de Grohl, pero que aportan menos desde el punto de vista compositivo. "Reptiles" es gloriosamente original, otra muestra de la capacidad de Homme y cía. de reinventar el rock desde dentro, con guitarra, bajo y batería. Curioso tema "Interlude WIth Ludes", casi spoken word, parco en lo musical pero con brillantes y sarcásticos textos. El último tramo del disco tal vez se haga un poco largo: más destacable la sexy y divertida "Caligulove", mientras que "Warsaw Or The First Breath You Take", "Gunman" o "Spinning In Daffodils" se pueden atragantar.

Un trabajo de nivel, al alcance de muy pocas bandas. 13 temas perfectamente ejecutados, que huyen del revisionismo rockista al uso, pero que se quedan algo enganchados en las formas de Josh Homme, especialmente en lo vocal. Posiblemente se eche en falta un poco del punch de sentimiento y "grande rock" de los mejores temas de los Foo Fighters's de Grohl. Un disco denso, a veces difícil, pero que ojo, gana con las escuchas.