rock y todo lo demás

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viernes, 30 de marzo de 2012

Mark Lanegan Band - Blues Funeral


Desde que en 2004 Mark Lanegan publicase “Bubblegum”, el de Seattle ha permanecido en un estado de hiperactividad constante: colaboraciones con Queens Of The Stone Age, grabaciones con Isobel Campbell y Soulsavers, dos referencias con Greg Dulli vía The Gutter Twins… así que sus seguidores sólo echábamos en falta que volviese a la arena con otro disco en solitario. 8 años después, el ex Screaming Trees aterriza con “Blues Funeral”, su séptimo disco de estudio y segundo con la coletilla de “Mark Lanegan Band”.

Como era de esperar, “Blues Funeral” recoge el testigo de la trayectoria previa de Lanegan, recopilando un catálogo de filias y fobias para casi todos conocidos: oscuridad, ambientes lúgubres y tenebrosos, copas de whisky derramadas y aguas turbias como las de la fantasmagórica “Bleeding Muddy Water” o la brillante “St Louis Elegy”. Pero Lanegan es mucho más que costumbrismo folk post-grunge: lejos de caer en el cliché, “Blues Funeral” exhibe un amplísimo libro de estilo que, como ya adelantase en “Bubblegum”, agranda el sonido de la banda rock al uso con elementos electrónicos, sintetizadores y bases rítmicas pregrabadas, como en la sorpendentemente dulce “Ode To Sad Disco”, una de las piezas más destacadas del álbum. Lamentablemente no siempre los resultados acompañan, y a menudo el componente electrónico se queda fuera de fase con el resto del contenido, falto del arrastre y de la personalidad de la instrumentación “analógica”, convirtiéndose más en un fin que en un medio, como en los excesivos efectos de “Quiver Syndrome” o de “Tiny Grain Of Truth”. La sutil belleza de temas como “Harborview Hospital” o la fuerza contenida de “Deep Black Vanishing Train” levantan el vuelo de una obra ambiciosa y trabajada, aunque algo deslavazada, en la que tal vez se eche en falta un hilo conductor que aporte cohesión al conjunto.

Pero, por encima de todo, por encima de canciones e instrumentación, es la excelsa voz de su protagonista el elemento que destaca a años luz del resto. Cada vez más curtida y ganando en color con el paso de los años, el registro de crooner maldito de Marc William es un pozo sin fondo de intensidad y carácter, que tiene en sus propias composiciones la semilla perfecta para germinar, crecer y multiplicarse. Un as en la manga que un tahúr experto como Lanegan maneja con delicada perfección. Una voz única que no tiene parangón en el panorama musical actual y que le eleva a la división de los elegidos, de los pocos artistas cuya voz es, por sí misma, capaz de elevar un disco del aprobado al notable alto.

“Blues Funeral” es, con sus luces y sombras, la constatación de que Lanegan, además de una de las grandes voces de nuestro tiempo, sigue siendo un artista inquieto que, a fuego lento, piedra a piedra y canción a canción, sigue esculpiendo un universo sonoro con personalidad propia.

“If tears were liquor, I’d drunk myself sick” canta nuestro protagonista en “St Louis Elegy”, resumiendo en una sola frase la quintaesencia del universo Mark Lanegan. Welcome back.