“Lightning Bolt” es el décimo disco de estudio de Pearl Jam, la eterna banda de Seattle. 12 nuevos cortes que siguen dando lustre a una carrera que circula ya por su tercera década de existencia. Seiscontrauno desgrana cada uno de los temas de este Rayo Americano:
“Getaway”: dicen
que el que golpea primero golpea dos veces, y Vedder y cía lo saben de sobra.
El tema que abre el disco es una de las joyas de la nueva colección: tenso,
musculoso y rabiosamente melódico. Un clásico instantáneo.
“Mind Your Manners”:
el primer single de “Lightning Bolt” es una aceleradísima pieza que escupe
inconformismo y reivindicación en un envoltorio casi hardcore. Inmediato pero
de consumo un tanto fugaz.
“My Father’s Son”:
la serpenteante línea de bajo de Ament vertebra un tema que mantiene la tensión
del inicio del álbum. Un poderoso ejercicio vocal y lírico de Vedder en un
corte áspero e intenso que, salvando las distancias, emparenta con el espíritu
de “Vitalogy”.
“Sirens”: El
segundo single de “Lightning Bolt” es la otra cara de la moneda que lanzaban al
aire con “Mind Your Manners”: Aunque altamente emotivo, este medio tiempo
musicado por Mike McCready se acerca peligrosamente al terreno de powerballad
AOR, con algunos de los gestos más previsiblemente mainstream que los de
Seattle nos han ofrecido hasta ahora, desde los adornos de Cameron a la batería
en los primeros acordes del tema hasta los pianos de Moon Gaspar en el éxtasis
final del tema. No es Nickelback, Dios me libre, pero por momentos casi lo
parece. Notables los textos y sobresaliente el puente con solo de McCready
incluido.
“Lightning Bolt”:
el tema que da título al disco es un nuevo pastillazo 100% Vedderiano. Comienzo
minimalista, crescendo musical en las estrofas y estribillo desbocado y
ganador. A medio camino entre “Got Some” y “Unthought Known”, el corte
representa el arquetipo de canción PJ de
los últimos años, desde el “Aguacuate” (su homónimo “Pearl Jam” de 2007) hasta
nuestros días.
“Infallible”:
puente entre la enérgica primera mitad del álbum y el reflexivo segundo tramo,
“Infallible” esconde estrofas con guitarras contenidas que recuerdan a “Tremor
Christ” y que desembocan en un estribillo algo descafeinado, vulgarizado por
los predecibles arreglos de teclado. Fantástica interpretación de Vedder, cuya
voz se impone descaradamente (aunque a veces en exceso a lo largo del minutaje
del disco) por encima de sus compañeros.
“Pendulum”: la
mayor sorpresa del disco en cuanto a sonoridad, “Pendulum” es un ejercicio de
minimalismo musical casi “new wave”, poco habitual en la banda de Seattle.
Oscuro, lento y brumoso, descolocará a aquellos que no descifren la belleza de
la tensión que generan las teclas de Gaspar y sus sutiles y evocadoras
guitarras. Un tema maravillosamente arreglado y producido que agranda el
alcance musical de PJ.
“Swallowed Whole”: guitarras acústicas y eléctricas se cruzan en un medio tiempo buenrollista que pedía más revoluciones. Épica “Backspacer” en un crescendo constante, en el que la estrofa es estribillo. Disfrutable.
“Swallowed Whole”: guitarras acústicas y eléctricas se cruzan en un medio tiempo buenrollista que pedía más revoluciones. Épica “Backspacer” en un crescendo constante, en el que la estrofa es estribillo. Disfrutable.
“Let the Records Play”:
¿Pearl Jam se pasan al blues? Lo hacen al menos temporalmente con este tema de
insípido estribillo escrito por Stone Gossard. Una pieza que, a pesar de una
notable interpretación, se queda en tierra de nadie. Sorprende que, tras los 5
años que han pasado desde su último trabajo, este sea el corte que aporta al
conjunto el que otrora fuera compositor principal del combo. La más floja del lote.
“Sleeping By Myself”:
Preciosa balada “made in Vedder” que, ¡sorpresa! el vocalista ya había grabado y
publicado en su “Ukulele Songs” de 2011. Resulta extraño que la banda, conocida
por su vasto catálogo y excelentes caras B, tenga que recurrir a un tema ya
publicado para completar su nuevo disco. En su versión “pearljamizada”, como no
podía ser de otra manera, la canción gana en cuerpo y en riqueza, aunque
sorprenda su elección por encima de descartes como el poderoso “Olé” que
filtraron online hace un par de años.
“Yellow Moon”: este
relajado medio tiempo es otra de las joyas de la corona, un tema de corte
clásico que cobra intensidad por momentos y que gana matices con cada escucha.
Podría haber funcionado perfectamente como cierre del disco. Cuando Ament
acierta, suele dar en la diana.
“Future Days”:
desnuda pieza acústica con letras híper emotivas como despedida. Una canción muy
del gusto del Vedder post “Into The Wild”, prima hermana de los “Just Breath” o
“The End” que adornaban “Backspacer”. Exceso de pompa “mainstream” en la
producción, con algunos violines de más y un piano excesivo en intro y outro.
Es preciosa, sí, pero decanta la balanza hacia “lo lento” en un disco que se queda algo
escaso de fuerza en su segunda mitad.
“Lightning Bolt” no esconde los himnos de “Ten”, no es
memorable como “Vs.” ni irreverente como “Vitalogy”, pero es una obra más
atinada que “Binaural”, el homónimo “Pearl Jam” o el hetéreo “Riot Act”. Un
disco más que notable que confirma que, tras 22 años de carrera, Pearl Jam
sigue siendo capaz de escribir buenas canciones e interpretarlas con un gusto
exquisito. Si con el sobresaliente “Backspacer” enderezaron el rumbo, con este
nuevo trabajo confirman la dirección. Que el próximo no se haga esperar
tanto.