Holywater son ya unos veteranos del underground español. Con más de 10 años sobre los escenarios, los de Lugo han facturado con este "The Path to Follow" un disco más que notable.
En esta su cuarta referencia, la banda de Ricardo Rodríguez nos deleita con un catálogo de guitarras vibrantes, estribillos redondos y medios tiempos intensos adornados con una voz sentida y trabajada, poniendo sobre la mesa argumentos de sobra para emparentarlos con los Radiohead de la era The Bends o con el Jeff Buckley mas rockero. En definitiva, Rock alternativo de la mejor escuela, cimentado con brillantes temazos como “In Your Head”, “Confrontation’s Done”, “Never Be Broken” o la potentísima “The Tunnel”.
Cantan en inglés, pero con una pronunciación de las que no avergüenzan al angloparlante y, por si fuera poco, su directo es energético, rabioso e inmediato.
¿Por qué entonces no son enormes? ¿Por qué no ocupan portadas de revistas pseudo "independientes"? Veamos: su actitud no es indolente, no emulan a los Planetas, no coquetean con la electrónica ni juegan al folk de camisa de cuadros de Zara; no se acomodan en el pop insulso que se factura hoy día ni juegan al moderneo. Básicamente, distorsionan sus guitarras y son jodidamente reales. Y precisamente por eso nos gustan.
En esta su cuarta referencia, la banda de Ricardo Rodríguez nos deleita con un catálogo de guitarras vibrantes, estribillos redondos y medios tiempos intensos adornados con una voz sentida y trabajada, poniendo sobre la mesa argumentos de sobra para emparentarlos con los Radiohead de la era The Bends o con el Jeff Buckley mas rockero. En definitiva, Rock alternativo de la mejor escuela, cimentado con brillantes temazos como “In Your Head”, “Confrontation’s Done”, “Never Be Broken” o la potentísima “The Tunnel”.
Cantan en inglés, pero con una pronunciación de las que no avergüenzan al angloparlante y, por si fuera poco, su directo es energético, rabioso e inmediato.
¿Por qué entonces no son enormes? ¿Por qué no ocupan portadas de revistas pseudo "independientes"? Veamos: su actitud no es indolente, no emulan a los Planetas, no coquetean con la electrónica ni juegan al folk de camisa de cuadros de Zara; no se acomodan en el pop insulso que se factura hoy día ni juegan al moderneo. Básicamente, distorsionan sus guitarras y son jodidamente reales. Y precisamente por eso nos gustan.