Soundgarden fue uno de los mejores exponentes del rock en los años 90. Su sonido, sólido y pétreo, oscuro y tenebroso, se convirtió en una referencia del género y les consagró como una de las vacas sagradas de los años dorados de Seattle y un puntal del espíritu grunge junto con Nirvana, Pearl Jam o Alice In Chains. Tocaron el cielo en 1994 con “Superunknown”, su obra cumbre, un complejo ejercicio de introspección y desgarro en forma de repujado rockista que les convirtió en leyenda y que no puede faltar en las listas de los mejores álbumes del siglo pasado. Después llegaría el correcto “Down On The Upside”, seguido de un silencio discográfico de más de 15 años que toca a su fin con este “King Animal” que nos ocupa.
La
nueva obra de la banda respira 100% Soundgarden, con ingredientes de
sobra conocidos: riffs rocosos de Thayil, voz excelsa de Cornell y empaque a toneladas en la excepcional dupla que forman Shepperd y
Cameron como base rítmica. Ajenos a modas y tendencias y sin concesión
comercial alguna (sólo “Been Away Too Long” encaja como single al uso),
Soundgarden disfrutan de lo que son: cuatro musicazos haciendo rock potente y
guitarrero con composiciones que dan juego. Desde el rompedor trallazo
inicial a la marcial "Eyelid's Mouth" este “King Animal” destila pureza rockera
en cortes como la hipermelódica “Non-State Actor”, el tempo pesado de
“Blood In The Valley Floor” o el medio tiempo contenido de “Bones of Birds”,
en los que la banda suena confiada, sobrada, relajada y natural, mirando
hacia atrás al retorcer con constantes quiebros la rítmica de los
temas, pero sin dejar de mirar hacia adelante en cortes como la
orientalizada “A Thousand Years Before”. Es cierto que la segunda mitad del disco baja en
intensidad, que “Halfway There” desentona en el conjunto de la obra (bien podía
pasar por un tema de Cornell en solitario) o que “Attrition” o “Black Saturday”
están algo faltas de fuerza, pero el resultado final es ciertamente
disfrutable.
Con sus claros y oscuros “King
Animal” nos recuerda porqué nos enamoramos de esta banda hace ya tantos
años, abriéndose un pequeño hueco con personalidad propia
dentro de la discografía del grupo y cimentando la posición del combo de
Seattle como lo que es y merece ser: uno de los grandes. Como aquel
amigo casi olvidado con el que te reencuentras años después, Soundgarden
nos ha dado con “King Animal” una de las alegrías de la temporada.